“De pasar de “el que la hace la paga” a “el que la hace asume sus responsabilidades, reconoce las consecuencias de sus actos y juntos trabajamos para que las relaciones sean mejores”.
Marqués, S. (2017).
Qué son las prácticas restaurativas
Podemos entender por prácticas restaurativas aquellas acciones cuyo objetivo es reforzar las relaciones entre personas y resolver tensiones y conflictos a través de la reparación del daño causado. Por eso, creemos que las prácticas restaurativas pueden ser una herramienta para la prevención del ciberacoso y trabajar para una mejor convivencia.
Las prácticas restaurativas se han mostrado eficaces en la prevención de la violencia y los conflictos interpersonales, grupales y comunitarios, favoreciendo dinámicas de reparación de las relaciones. Al mismo tiempo, este enfoque, desarrolla conocimientos, actitudes, comportamientos y valores como el respeto, la cooperación, la empatía y la responsabilidad.
Las prácticas restaurativas tienen su origen en la justicia restaurativa, una nueva forma de concebir la justicia que se centra sobre todo en reparar el daño causado y restablecer las relaciones afectadas por el delito, frente a la tradicional justicia retributiva, que se basa en la identificación del culpable, y la determinación de un castigo que corresponde a la regla quebrantada. Según el Manual sobre Programas de Justicia Restaurativa creado en el año 2006 por la ONU, los procesos restaurativos son aquellos en los que la víctima y el victimario y, cuando sea adecuado, cualquier otro individuo o miembro de la comunidad afectado por un delito, participan en conjunto de manera activa para la resolución de los asuntos derivados del delito, generalmente con la ayuda de una persona facilitadora. Según el Manual los programas de justicia restaurativa:
- se basan en la creencia de que las partes de un conflicto deben involucrarse activamente para resolver y mitigar sus consecuencias negativas.
- tratan, en algunas instancias, de impulsar la toma de decisiones local y la construcción de la comunidad.
- son un medio de motivar la expresión pacifica de los conflictos, promover la tolerancia y la inclusión, construir el respeto por la diversidad y promover prácticas comunitarias responsables.
Y según el Instituto Internacional de Prácticas Restaurativas el uso de las prácticas restaurativas contribuye a:
- reducir el crimen, la violencia y bullying.
- mejorar la conducta humana.
- fortalecer a la sociedad civil.
- proporcionar un liderazgo efectivo.
- restaurar relaciones.
- reparar el daño.
Por tanto, la filosofía restaurativa se fundamenta en la convicción de que podemos mejorar la convivencia humana cuando las personas se sienten que forman parte de una comunidad y que pueden participar en los asuntos que los afectan.
Prácticas restaurativas y ciberacoso
Las prácticas restaurativas, como herramienta para la prevención de la violencia escolar, así como del ciberacoso, puede enmarcarse dentro de los modelos de intervención de mediación reparadora. Se trabaja con todo el grupo en la búsqueda de la restauración del daño y de las relaciones, mientras se trabaja el sentimiento de pertenencia a la comunidad. La mediación permite asumir responsabilidades y establecer lazos de reconciliación entre personas, contribuyendo a desarrollar estrategias y procesos educativos para prevenir la violencia.
Los posibles objetivos de las prácticas restaurativas para la prevención del acoso y del ciberacoso, podrían ser:
- Parar la situación de acoso al poner en conocimiento del mismo a toda la comunidad educativa, identificar los agentes implicados, y buscar un posicionamiento activo en contra de las actitudes violentas.
- Sensibilizar e implicar al grupo para transformar las situaciones de violencia y acoso en un clima de respeto y empatía, tomando conciencia de las situaciones de violencia y maltrato que se están dando y los efectos que tienen en los compañer@s, así como generando compromisos individuales y grupales para formar parte de la solución.
- Empoderar a las personas que están sufriendo la violencia reforzando sus habilidades sociales y generar espacios de escucha y apoyo mutuo.
- Valorar a las personas que ejercen violencia como personas que también pueden cambiar, ser conscientes del daño ocasionado y tener la oportunidad de repararlo.
Las prácticas restaurativas permiten trabajar con todo el grupo de expectores en casos de acoso y ciberacoso, ya que obliga a un posicionamiento activo y a la asunción de responsabilidades de todo el grupo. Además, esta metodología permite al grupo reflexionar sobre el impacto de las conductas violentas, así como empatizar y atender a las necesidades de las personas que sufren acoso.
El rol de l@s educadores/as
Desde la óptica restaurativa, la función del educador/a, debe consistir en fomentar que el alumnado participe en la toma de decisiones y animarle a jugar un papel activo en aquellas cuestiones que le afectan directamente. Se trata, por tanto, de ser facilitadores/as y acompañantes activ@s que guíen y dinamicen procesos educativos que empoderen e impliquen al alumnado en las tomas de decisiones relacionadas con las relaciones interpersonales y la convivencia. La persona facilitadora deberá:
- Crear un ambiente y un clima en que las partes se sientan seguras para expresarse libremente.
- Favorecer la escucha activa de todas las personas que intervengan.
- Gestionar adecuadamente la expresión de emociones.
- Favorecer el apoyo y la empatía.
- Equilibrar el poder entre las personas participantes.
- Conseguir que las partes en conflicto, así como el resto del grupo, asuman acuerdos y compromisos para parar la situación de violencia, reparar el daño y adquirir un posicionamiento activo para la prevención de futuras situaciones de violencia.
También podría ser función del profesorado integrar las practicas restaurativas y las estrategias para su implementación en el Plan de Convivencia den centro y en los planes de acción tutorial.
Enfoque de género y prácticas restaurativas
Si se aplica una perspectiva de género sobre las prácticas restaurativas, podremos comprobar como sus principales postulados – el apoyo mutuo, valorar los sentimientos y emociones, mejorar la comunicación, empoderar a las personas que sufren violencia…- están en línea con los planteamientos feministas e igualitarios. En las prácticas restaurativas, la empatía y los sentimientos, juegan un papel central; sin embargo, en la educación tradicional de los chicos se inhibe con la excusa de la fortaleza, mientras que a las chicas se les favorece para un uso meramente instrumental dentro del rol de cuidadoras.
Sin embargo, el papel de los sentimientos dentro de las prácticas restaurativas tiene un papel empoderante, buscan mejorar las relaciones interpersonales y la mejora de la convivencia en comunidad.
Los círculos de diálogo
Los círculos de diálogo son una de las principales metodologías de las prácticas restaurativas. Consisten básicamente en asambleas de participación, diálogo y escucha activa, reflexión y toma de decisiones. Se pueden llevar acabo tanto de forma puntual cuando hay conflictos que resolver, aunque funcionan mejor cuando se implementa como parte de la dinámica de un grupo en el día a día. Hay una persona facilitadora que suele dinamizar este espacio realizando preguntas, y facilitando la participación de todas las personas dentro de unas normas basadas en el respeto y la colaboración (a veces se usa un objeto para facilitar los turnos de palabra).
Algunas preguntas comunes que podemos emplear en los círculos pueden ser:
- ¿Qué pasó?
- ¿Cómo te sientes respecto de los hechos que han sucedido?
- ¿Quiénes han sido afectados por estos hechos? ¿Cómo han sido afectados?
- ¿Qué piensas ahora de lo que ha pasado?
- ¿Qué necesitarías que ocurriera para que las cosas queden bien?
- ¿Qué crees que puede necesitar la persona ofendida?
- ¿Cómo se puede reparar la situación?
- ¿Qué se puede hacer para que la situación no se repita en un futuro?
- ¿Qué puedes hacer tú para mejorar esta situación?
- ¿Cómo te sientes después de haber hablado de esto?
En los círculos de diálogo, cualquier persona tiene la oportunidad de narrar su vivencia, expresar sus sentimientos, debatir y llegar a acuerdos. El hecho de participar en la resolución, como también sucede en los procesos de mediación, aumenta el compromiso con la solución y la comunidad a la cual sentimos que pertenecemos. En este sentido, el objetivo de los círculos es doble: por un lado, resolver la situación de malestar y potenciar la convivencia; y, por otro lado, enseñar a resolver conflictos de forma asertiva y dialogante.
Para saber más
Si te ha parecido interesante y quieres aprender más o profundizar sobre las prácticas restaurativas, te recomendamos las siguientes publicaciones:
- Las prácticas restaurativas como modelo de actuación – Junta de Castilla y León.
- Monográfico Prácticas Restaurativas y Convivencia, Revista Convives – Asociación Convives